La madre de Miriam, Elena, nació en una familia de viticultores en la pequeña localidad de Sotillo de la Ribera, en el centro de la mayor región productora de uva de la Ribera del Duero, Burgos. Cuando Elena se casó con Joaquín González, natural de Barcelona, se reunió con él en Cataluña donde se construyó una exitosa carrera en la decoración y en los negocios de construcción. Después de muchos años de lucha, el negocio finalmente se convirtió en un éxito y decidierón crear una bodega en su pueblo natal, junto con los miembros de la familia de Elena que proporcionarían las uvas. De este modo, Elena y Joaquín esperaban forjar una relación duradera entre su creciente familia con sede en Barcelona y sus relaciones en Sotillo ..
Los primeros años de bodegas Valdaya fueron difíciles. La generosa naturaleza de Joaquín significó para sus socios de la bodega, los productores de uva, un lugar garantizado y un precio para vender sus uvas, independientemente de su calidad. La calidad del vino estaba sólo la media, y el negocio probablemente sólo sobrevivió por el sentimentalismo y la renuencia de Joaquín a tirar la toalla.
Algo bueno sucedio entonces. En 2013, Bodegas Valdaya reclutó a una pareja de jóvenes como productores de vino. Marta Ramas y Miguel Fisac estudiaron enología en la Universidad de Burdeos y aprendieron su oficio trabajando en Saint-Emilion y Pessac-Léognan bajo la dirección de Denis Dubourdieu y Stéphane Derenoncourt. Un período de trabajo en diferentes cosechas en Hawkes Bay, Napa Valley y El Cabo en Sudáfrica, les trajo con el tiempo de vuelta, a su tierra natal de la Ribera del Duero para empezar a trabajar en Valdaya.
La cosecha de 2013 en el norte de España fue un reto. Llovió durante la vendimia y los vinos de la Ribera del Duero no madurarón mucho. Sin embargo, Marta y Miguel lograron crear algo especial. La bodega original había sido diseñada para absorber grandes cantidades de uva. Esto significó grandes tanques, demasiado grandes para el tipo de vinificación que se requiere ahora. Para sortear este desafío logístico, Marta y Miguel iniciaron una nueva forma de trabajar en Valdaya, micro fermentaciones en barricas usadas, llevando cada proceso manualmente.
El concepto era simple: a partir de cada una de los nueve mejores parcelas vitícolas de los productores familiares de más confianza, harían nueve barriles de vino, lo que mantiene la identidad de cada parcela a través de las diminutas cantidades de vino realizadas en cada barril. A pesar de que los diferentes barriles se mezclan para hacer dos vinos base, el proceso de identificar y aprender acerca de las cualidades de cada parcela vitícola había comenzado.