Cuando la creación de vino se convierte en una pasión. Solo por el placer de hacer buen vino, pero sin límite de tiempo, al menos en tareas que no tengan que ver con la viña o la bodega. En la familia de los Cubillas Villa, de César, más intensamente, y de Luis, que recibieron por legado materno una bodega tradicional en Corbillos de los Oteros y, justamente delante, una viña de una hectárea. Esas pocas cepas de Prieto Picudo y Tempranillo son una excusa perfecta para hacer vino, explorar la viticultura y la enología y enorgullecerse del trabajo que uno hace para disfrutarlo con la familia y los amigos.