Tomás y Ángel, dos amigos de la infancia de la localidad zamorana de Sanzoles, próxima a Toro, quienes durante
una cena en 2014, hablando del vino y de lo que representaba para cada uno de ellos, alimentados por
sueños y recuerdos, concluyen con la idea/apuesta/reto de hacer un buen vino de Toro, calificarlo como crianza y
comercializándolo, entregárselo al público.