A comienzos del siglo pasado, nuestro abuelo José entendía la viticultura como el artesano lo hace con sus obras o el artista con sus creaciones. Su impronta quedó grabada en nuestro recuerdo, al igual que la del abuelo Paco, un adelantado a su tiempo que consiguió transmitirnos con maestría su pasión por el vino.