Campillo nace de un sueño, crear una bodega rodeada de viñedos, trasladando así el concepto de Château a la tierra del Rioja. Un espacio arquitectónico que se abre a la Sierra Cantabria y Laguardia. Al subir su gran escalinata y traspasar sus puertas sentirá todo lo que llevó a Julio Faustino Martínez a compartir, desde Campillo, sus dos grandes pasiones: el vino y la arquitectura.
Enmarcado por un gran viñedo se alza majestuoso el edificio de Bodegas Campillo, de piedra natural, con un pórtico con siete arcos de medio punto, voladizos de madera y sillería, su gran escalinata de pizarra hace que se eleve para contemplar la perfecta fusión entre viñedo y arquitectura. Su interior conjuga tradición y modernidad, lujo y sobriedad, armoniza la nobleza de la piedra, acero, granito, pizarra y la madera con una cuidada y singular estética.
Desde el gran vestíbulo se pueden contemplar los cinco niveles en lo que se divide la bodega, vertebrados por la escalera de caracol, eje de conexión de todos los espacios. A la belleza en las formas arquitectónicas aúna las mejores condiciones técnicas para la elaboración y crianza del vino.