La filosofía que impuso Antonio Benito a la hora de construir su nueva bodega en 1983 fue la de aunar la tradición familiar transmitida por su abuelo Gil Maroto y los nuevos métodos aportados por su hijo enólogo. Selecciona los mejores viticultores de la zona, asesorándolos para que las uvas recogidas le permitan elaborar el vino que considera óptimo para el gusto del consumidor.