De todos los viñedos que integran el patrimonio vitícola familiar, únicamente aquellas parcelas con mayor potencial vitícola se adscriben al proyecto Arizcuren. Se trata de parcelas de entre 30 y 120 años conducido mayoritariamente en vaso en zonas con características de suelo, altitud y orientación optimas para el cultivo de la vid.
Estas parcelas se trabajan de forma orgánica, prescindiendo de herbicidas, pesticidas y abonos de síntesis. Al final del ciclo, se elige una fecha de vendimia que difiere de año en año, dependiendo del momento en el que las uvas alcancen el máximo equilibrio entre fruta, acidez, carga polifenólica, etc.
Los racimos obtenidos resultan ser una suerte de dietario en el que pueden leerse los vaivenes climatológicos que los han hecho crecer y madurar.
Completa el trabajo de todo el año una cuidada selección de uva en el viñedo que se transporta en cajas de plástico para preservar al máximo su integridad previa a la entrada de la misma en los depósitos de elaboración.