El inició de este proyecto fue continuar la gran ilusión de Andresito, el Niño de la Salina. En aquella época, tiempo de posguerra, la necesidad junto con los escasos recursos le dificultaba una elaboración compleja del vino. Éste se realizaba de forma rudimentaria y se destinaba al consumo familiar, convirtiéndose en una tradición llevada a cabo anualmente.
Hace más de una década, sus hijos Francisco y Andrés Fontalba, deciden desarrollar esta actividad vinícola junto con otras actividades agrícolas que ya realizaban anteriormente. Ésta iniciativa se ha convertido poco a poco en una empresa familiar conocida como Bodega Niño de la Salina.
Las primeras producciones dieron lugar al origen de un tinto joven con el que se consiguió lograr el homenaje que perseguía la familia: Andresito. Aunque podría parecer una rara propuesta de marketing, nuestra idea era mantener las raíces andaluzas y por supuesto de familia; de esta forma conseguimos proyectar a través de un producto una historia real que llegara a todos y se ha conseguido con gran éxito.
A lo largo de los años, aquello que comenzó como un pequeño proyecto familiar encaminado a cumplir un sueño, no sólo se ha hecho realidad sino que seguimos con constancia, entusiasmo, avanzando con grandes ideas de futuro y cumpliendo en todo momento nuestros principios fundamentales.
El desarrollo de la empresa ha supuesto conocer los productos de nuestra comarca, la calidad de ellos y potenciarlos tanto en el ámbito nacional como internacional. Se trata de un proyecto emprendedor y generador de nuevos puestos de trabajo. Nuestro objetivo es hacer un buen vino, de características excelentes, elaboración tradicional y ecológica para ponerlo al alcance de todos.