Desde que en 1916 Juan Gil Jiménez construyera la bodega, una sola idea ha movido a las sucesivas generaciones que se han hecho cargo de ella:
Hacer un buen trabajo y llevar con orgullo el nombre de su marca.
Juan Gil Guerrero, hijo del fundador, primero, y su nieto Juan Gil González, después, mejoraron y consolidaron la bodega, aplicando los conocimientos tradicionales del oficio transmitidos de padres a hijos. Actualmente, la cuarta generación enlaza la tradición con la revolución técnica, es la que recoge los frutos del trabajo de sus predecesores:
El reconocimiento internacional a la calidad de sus productos resumidos en el nombre Juan Gil.