Para la familia Salado ser viticultores y bodegueros es una forma de vida que tras cinco generaciones se ha ido inculcando en nuestro ADN, no entenderíamos nuestra existencia sin nuestras viñas y bodegas.
Cada generación ha aportado un valor añadido al negocio, pero todo fundamentado en la unidad de la familia, con esfuerzo, sacrificio y una gran dosis de ilusión, siempre mirando hacia el futuro pero sabiendo aprender del pasado.