Se sabe que la vid ya se cultivaba en Cariñena en el siglo III antes de Cristo, cuando sus habitantes acostumbraban a beber el vino mezclado con miel. Tan antigua actividad, vinculada a la excepcionalidad del terreno y al saber hacer de sus gentes, ha hecho que a lo largo de la historia los vinos de Cariñena hayan contado con merecida fama. En la Edad Media los reyes de Aragón los llevaban en sus viajes y la literatura los ha utilizado en obras tan notables como Don Juan Tenorio.
No es de extrañar, por tanto, que el nombre de Cariñena ya apareciera en 1933 en el primer Estatuto del Vino, en el que se citaban las zonas productoras que después llegarían a ser denominaciones de origen protegidas. La de Cariñena es la más antigua de Aragón y una de las primeras de España.