Cuando naces en un precioso pueblo medieval de dos mil habitantes rodeado de viñedos, en el seno de una familia elaboradora de vinos, un día te preguntas, (o te afirmas), yo he nacido para esto. Seguro que es lo que han debido de pensar alguna vez las diferentes generaciones que desde hace más de un siglo viven y trabajan en Casa Mariol.
En Batea, el pueblo, en cuestión, la viña y el vino es una religión y Casa Mariol un hogar de devotos feligreses. Los habitantes del pueblo habitan en casas construidas desde hace siglos para almacenar vino, cuidan los campos como si se tratara de sus jardines y ni, tan siquiera, su patrón, San Miguel, es festejado en su mes, septiembre, el mes de la vendimia. Haciendo un símil moderno, Batea es un pueblo donde el trendigtopic es la vid y los tweets son literales.