Elaborar un vino de la más alta calidad en el cálido sur de España representa todo un desafío. Algunos consideran que quizás haya que estar un poco loco para intentarlo. Aunque a veces la suerte acompaña a los audaces. Cuanto mayor es el desafío, mayor es la recompensa. Pero si se piensa detenidamente, esta idea no es tan descabellada. Ante todo el viñedo se encuentra a 680 metros sobre el nivel del mar, en una zona fresca entre dos ríos, el Guadiaro y el Genal. Los sustratos más bajos están compuestos en su mayor parte por esquisto calcáreo y la tierra es del mismo tipo que la existente en La Rioja. Los viñedos se orientan hacia occidente, hacia el Atlántico, por lo que la sombra de la montaña los resguarda gran parte de las horas centrales del día. Durante el invierno nieva y se producen grandes diferencias de temperatura entre el día y la noche, lo que genera uvas de piel gruesa, condición necesaria para lograr un color muy denso. El largo y cálido verano madura las uvas de forma óptima aumentando la concentración de azúcares. Todos estos factores contribuyen a crear las condiciones óptimas para el cultivo de la vid.