Enrique Forner, padre de Cristina, comerció con vinos desde niño. Su abuelo y su padre fundaron en 1920 Vinícola Forner, un negocio familiar dedicado a la producción, comercialización y exportación de vinos en Sagunto (Valencia).
Exiliado a Francia con la Guerra Civil, Enrique fundó en 1952 un negocio similar en los Valles del Ródano y del Loira (Francia) y en 1963 compró dos chateaux grand crue classé en el Haut Medoc (Burdeos) Château Camensac y Château Larose Trintaudon convencido de que sería capaz de elaborar algunos de los mejores vinos del mundo.
Regresa a España en 1968 y, como un siglo antes bodegueros y negociantes bordeleses eligieron Rioja huyendo de la filoxera, optó por Rioja y Cenicero, el corazón de La Rioja Alta, para continuar su gran sueño.
Enrique Forner recurrió a su amigo, el profesor Emile Peynaud, auténtico revolucionario del cultivo y la elaboración del vino de Burdeos en los años 70 y 80, para impregnar Rioja de ese mismo espíritu renovador. Bajo la marca Marqués de Cáceres, los Forner han conquistado el mercado internacional. Es uno de los vinos de los cuales, yo estoy orgulloso de ser el padrino. (Emile Peynaud, 1995).