Trabanco es sinónimo de sidra natural. Desde el año 1925 se elabora con las mejores manzanas de variedades seleccionadas, siguiendo métodos tradicionales.
Emilio Trabanco trabajó duro por cumplir el sueño de la familia, fundar su propia empresa. En 1925 en Lavandera se hacía muy buena sidra y en poco tiempo su fama conquistó Gijón. Su ilusión era hacer llegar a todos los rincones de Asturias esta nueva sidra. Las primeras cosechas fueron realmente duras. La lluvia era constante y complicaba la tarea de pañar» la manzana, llenar el cesto, cargar con casi cincuenta kilos de peso al hombro hasta el carro tirado por bueyes.
Los hijos de Emilio, Vicente y Alicia se encargaron del Llagar en 1963. Introdujeron mejoras que facilitaron la elaboración de la sidra sin perder la esencia de la tradición. Vicente era un erudito con un olfato infalible para elegir la manzana, compraba y vendía muy bien. Su sidra era muy popular, una de las primeras en salir al mercado recién acabada la fermentación, su regusto levemente amargo hacía furor. Era una de las primeras sidras en agotarse, ya en el mes de mayo, lo que hacía que Trabanco fuera la sidra más demandada cuando aparecía la nueva cosecha en el mes de enero.
La familia Trabanco ha estado siempre ligada a la actividad del Llagar, desde bien pequeños todos los miembros de la familia se involucran en todo el proceso de elaboración, desde la recogida de manzana, el pesaje e incluso para escoger la manzana, hasta para pisar en la prensa de la magaya. Las nuevas generaciones crecían junto a la pumarada, así era la vida de la familia Trabanco, el día a día de toda una parroquia, una herencia que se ha trasmitido desde la primera generación hasta la actual. Emilio, el fundador, era un enamorado de los pumares.