Corría el año 1.877 cuando Alberto Andrés Alonso, se dedicó a comercializar el hado del que Dios le dotó en el arte de asar corderos y acompañar este exquisito manjar con un vaso de bon vino.
Inaugura entonces Casa Terete, horno de asar, restaurante, carnicería y tienda de vinos. En la tercera generación, Carmen y Cristino Andrés tomaron el relevo seguidos de Alberto Andrés y María Teresa Rodrigo.
En la actualidad después de un siglo, la cuarta y quinta generación de los Terete mantiene viva la raíz de la familia conservando el mismo arte en la elaboración de su carta.