Conoce más sobre VERÓNICA SALGADO:

Ascensión Repiso respiró desde pequeña la pasión con la que el vino y la viticultura se vivía en su casa de Pesquera de Duero (Valladolid), con su padre cuidando pequeños majuelos de cepas añosas con las que elaboraba para consumo doméstico. Un vino sólo de tinto fino, la única variedad que empleaba en sus elaboraciones porque le gustaba su producción ajustada –en aquella época se combinaba con garnachas para lograr más kilos– y su calidad.

Y esta memoria histórica es la que llevó a Ascensión y a su marido, Anastasio Salgado, a plantar de nuevo viñedos, siempre de tempranillo, en diferentes suelos de Pesquera de Duero. Corría el año 1996 cuando hincaron la primera viña en el pago del Pinar, a la que siguió otra en el del Madero, con las que buscaban perpetuar una costumbre que habían vivido en su casa. Pero poco a poco, lo que comenzó casi como un capricho romántico se fue transformando en su forma de vida.

En el año 2000, la idea de dar un paso firme hacia la elaboración de los vinos que Ascensión había degustado de pequeña cuajó por completo. El proyecto que diseñó junto con su marido pasaba por habilitar una pequeña bodega en la que vinificar la producción de sus viñas de Pesquera, que suman cinco hectáreas y ocupan suelos arcillo-arenosos las del pago del Pinar; más calizos en el Madero, con las cepas ascendiendo una ladera que llega hasta los 850 metros; y un terroir arcilloso-calizo con gran cantidad de cantos rodados en pago de El Molar, el más viejo con el que trabaja la bodega y que suma seis décadas.

La bodega comercializó su primera botella en abril de 2003, con el nombre de Pago de Tasio y, aunque estaban en pleno corazón de la Ribera del Duero y con sus viñedos inscritos dentro de la DO, el vino se lanzó como Vino de la Tierra de Castilla y León. La razón: la producción era inferior a 50 barricas, lo que les hubiera obligado a sacar todo como vino joven.

Poco a poco, el proyecto fue creciendo, no en volumen –la bodega sigue fiel a su producción inicial– pero si en conocimiento de sus viñedos y de sus aptitudes, y en 2007 lanzan la primera añada dentro de Ribera del Duero. Nacen así sus vinos Verónica Salgado, nombre de la hija pequeña del matrimonio, enóloga y quien, después de haber trabajado en el Grupo Matarromera y en Pago de los Capellanes, desde hace dos años lo hace a tiempo completo para este proyecto familiar.

La experiencia de estos primeros años elaborando les ha permitido definir y conceptuar el destino de la uva de cada viñedo. Así, las cepas del viñedo del Pinar se destinan a elaborar su Verónica Salgado joven roble, un vino con seis meses de crianza en barricas de roble americano y francés a los que suma entre 8 y 12 meses en botella y que en su añada 2014 se presenta con un perfil aromático propio que traslada a la pureza de los primeros riberas, donde domina un carácter frutal puro, con fruta negra golosa, zumo de cereza picota y un regaliz rico y una boca en la que se impone también el carácter frutal con un final bien persistente.

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