Aunque, en el trascurso del pasado siglo XX, se habían ido cerrando las últimas bodegas en Santa Margalida, el municipio está situado en un enclave geográfico de gran tradición vitivinícola. De hecho, está documentado que en el siglo XVII Ramon Safortesa Fuster, el famoso Comte Mal, arrendaba parte de sus tierras a sus caballeros para la plantación de viña y la posterior producción de vino. Estas tierras denominadas Rotes dels Cavallers, pertenecen actualmente a la familia Ribot-Galmés que, después de tres generaciones dedicadas al cultivo de uva de mesa, en el año 1997 deciden reconvertirlas totalmente para dedicarlas a la elaboración de vinos blancos y tintos de alta calidad. Un difícil reto que todos los miembros de la familia han asumido con dedicación y entusiasmo.